Juego...
Debería ser una bonita palabra, pero ahora se me atraganta.
Estoy paralizada, lo se, sin saber que hacer o que decir, perdida. Con todas esas sensaciones dentro de mi que entremezclan mis pensamientos; regresando recuerdos que quizás nunca fueron nada o pudieron serlo todo.
Juegos, estúpidos juegos sin importancia que ahora regresan a mi portándola. Y es que era diferente cuando no dolía; cuando había escondido tanto el corazón que ni siquiera el frío del invierno pudiera rozarlo.
Los extraño... tus juegos, tus manías y tus canciones. Duele llamarlos juegos...
En algún punto me abandoné, bajé la guardia. Creí que algunos eran verdad, tanto los tuyos como los míos. Y tras esta cortina de distancia y tiempo, creo estar equivocada y tal vez por eso duela más; o no, sino que deseo tan inconscientemente encontrar un modo de volver a la normalidad, que siento que necesito modificar la realidad. Al fin y al cabo solo son eso, palabras, juegos y palabras; en los que un día creí y de los cuales ahora desconfío.
Por eso me he ido, porque a veces es mejor perderse del todo, para así después volver a encontrar el rumbo.
El caso es que me siento distinta, tan distinta que ni me reconozco y no estoy segura de a donde me lleva eso... y asusta.
Asustada, pequeña, débil y descuidada, con el ritmo de la vida ralentizado. Con las cicatrices cubriendo el sentimiento, guardando de nuevo el corazón en ese caparazón que quiere volver a evitar el frío del invierno. El frío de la decepción, el recuerdo y el deseo de que ojalá las cosas hubieran sucedido de otra manera.
De nuevo me encuentro jugando... jugando al escondite entre la vida y mi corazón. Y lo que si sé es que un día todo cambiara, las cosas cambiarán. Pero hasta ese día...me guardo el corazón.
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