Cuando tomamos una decisión, creemos o intentamos que sea para siempre. O sino que dure el mayor tiempo posible.
Cuantas veces he tratado de poner un punto y final a este sin sentido y no he sido capaz? Cuantas veces he flaqueado? Y todo porque cuantas más fuerzas reuno para rehuirte, con más fuerza regresas.
Pero ya no soy capaz... no soy capaz de tirar la fruta a la basura, y no soy capaz de quedarme quieta mirando como se pudre, porque no puedo, porque no lo entiendo.
Ya no hay días soleados, ahora son todos inciertos. Después del huracán esto es todo lo que ha quedado de mi...el último resquicio en ese pedacito sombrío de un rincón de mi alma.
Y quiero odiarte, debería odiarte...pero no me sale... me puede más la decepción. La decepción que tantas otra veces me ha hecho poner puntos y finales a tantas historias como años han transcurrido en mi vida.
Puntos seguidos, puntos aparte, puntos y comas... tantas formas de acabar historias y tan pocas fuerzas para catalogar esta como el mayor punto y final de mi vida. Porque aunque sé que esto nunca será lo que fue, algo dentro de mi sigue luchando por retener esos puntos suspensivos de suspense que lo dejan todo en el aire. Pero no puede ser...no hay aire, no hay espacio, ni siquiera creo que quede algo de historia.
Y ahora que? De verdad tengo que catalogarte como punto y final? De verdad no vas a regresar nunca más si lo hago? Prométemelo... porque me duele más perderte a ti, que perderme una historia.
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